lunes, 31 de diciembre de 2012

Es un deseo que quiero compartir


Este año he escrito sobre mi y los míos como nunca antes había hecho. He escrito sobre mis sentimientos referente a muchos temas personales. Me he descrito a mi misma sin tener que recurrir a algún personaje ficticio. Éste, que ha sido un año malo en muchos sentidos de mi vida, también me ha enseñado quien está a mi lado y quien sé que siempre estará.  Que no hay gente mala, sólo que no saben como arreglar las cosas. Que no saben lo que significa el poder de un abrazo o una llamada por la tarde preguntándote que tal estás. Tal vez, yo en su momento tampoco supe como hacerlo, por eso les entiendo. 
A pesar de todo esto. Este año me ha traído amor. En mayúsculas. He aprendido a respetar al otro, a ser tolerante con sus ideas, a compartir las mías. A no tenerle miedo a superar las dificultades estando él a mi lado. Este año he querido más que nunca, con muchas más ganas para continuar haciéndolo. Con ganas de él y de nosotros. Sé que mi familia siempre estará, aunque vengan tiempos más difíciles o aunque me equivoque de camino. Pero, si tengo que resumir mi año en un momento, en un momento de felicidad absoluta o de lágrimas por el camino. Si tengo que acabar diciendo que ha sido lo que más me ha llenado este año, no me cabe ninguna duda que has sido TÚ. Lo digo con los ojos cerrados, a tientas, con el corazón abierto, rojo y caliente. 
Y lo siento, si esto es empalagoso o demasiado. No he encontrado nada mejor para resumir mi año.

Així que, com diu la Beth, t'ho diré en català perquè T'estimo. Gràcies per ser-hi, per prometre que et quedaràs. Per continuar sumant històries, vivències, emocions. 

sábado, 22 de diciembre de 2012

A little piece of me

Nunca hubiese imaginado que volver a escribir le costase tanto. Siempre había creído que ahora que estaba enamorada, las palabras le saldrían a borbotones de su boca, que sus neuronas funcionarían a un ritmo acelerado. ¡Qué equivocada estaba! Antes se sentaba delante del ordenador y sus dedos fluían por el teclado a una velocidad imposible de seguir. Las ideas se amontonaban ansiosas por salir. Todo el día tenía ganas de componer desde poesía a relatos cortos en los que salía su alter ego; en cambio, ahora se obligaba a sentarse delante del ordenador, se obligaba a pensar historias interesantes que pudiesen captar al lector. Esto de imaginar que le gustaría a la gente es tan subjetivo y complicado...nunca sabes que les puede gustar. Igual la cosa más ridícula y cotidiana triunfa, como no lo haría la historia con más adjetivos extraordinarios que hayas podido escribir. Esto de inventar historias tiene su lado bueno y su lado malo. Puede transmitir mucho a los demás como puede cansar y parecer demasiado pasteloso. De echo, solemos escribir sobre algo que nos gustaría que nos pasara, sobre aquella escena mágica que vemos en una película o sobre como te imaginaste tú, la parte de tu libro preferido. Si sabes escribir sobre otros temas es que realmente lo tuyo sí es escribir y no parecer que escribes.
No sé, puede ser que sólo necesite un poco de espacio para volverse a encontrar. Porque las situaciones personales (no sólo el amor) también influyen en como te sientes, y si no pasas por tu mejor momento, tus creaciones personales también puede ser que se sientan resentidas por el cambio. Aunque antes solían ayudar, ahora puede ser que estorben. 
Lo que si se prometió, es que nunca dejaría de escribir, porque escribir era su manera de canalizar sus sentimientos. 

domingo, 9 de diciembre de 2012

Éxtasis

Granada
Su boca suele ser lo mejor del día. Sus labios rojos, suaves y húmedos. Esa lengua que descansa en el interior, que se entrelaza con la mía en el momento preciso. Justo cuando abres los ojos, despacio, y pestañeas dos veces antes de mantenerlos abiertos. Cuando te desperezas y te das cuenta que sigo ocupando el mismo sitio que cuando nos fuimos a dormir. Que mi cabeza sigue apoyada en el cojín naranja, el que está al lado del tuyo. Luego te das la vuelta y sonríes como un niño pequeño,  me abrazas y quieres volver a dormirte. Pero ya es tarde y yo sólo quiero besarte y deshacernos en mimos. Juntar nuestros pies, los míos fríos. Dar vueltas por la cama, acariciarte lentamente y dibujar una sonrisa pícara. Deseando que no se acabe la mañana y no tengamos que levantarnos nunca. Hacer vaga en la cama. Que la ducha venga a nosotros y nos acaricie con ternura el agua caliente. Que el jabón resbale por nuestras cinturas, tus manos en mis cervicales, y la ropa en la habitación. Te has vuelto a dejar el albornoz colgando en el armario. Y la calefacción bajo mínimos. No quiero salir al exterior. Vamos a contar hasta cien y si a caso nos esperamos a que alguien nos llame, si es para comer, mejor. Y sino, pinta de azul oscuro el cielo que debemos quedarnos dormidos antes de que amanezca de nuevo. 

lunes, 26 de noviembre de 2012

Toma de contacto

-¿No me has imaginado nunca quitándote la ropa?

Amanda parpadeó dos veces. De muchas formas distintas, pensó. Como una exploradora en busca de aventura. En busca de acción, de perderse entre las curvas de sus caderas, de ahogar su humor por la mañana entre sus labios, besarle desenfrenadamente como si no hubiese nada. De quererle ahora en este momento, dejar la fragilidad de lado y arriesgarse a conocerle.
Otras intentando hacer de la ternura su lema y perderse entre sus dedos, recorrer su espalda a besos y contarle los lunares que esconde debajo de la ropa. Desnudarle silenciosamente, sincronizar sus movimientos con los suyos, contarle los planes de futuro y escuchar sus latidos. Abrazarle contra su pecho desnudo y hacerle cosquillas en la barriga. Emocionarse con él cuando confiesa sus miedos más prohibidos, más íntimos, más efímeros. A veces, le observa dormido, silente, como si se hubiese quedado a vivir entre las sábanas, rozarle el cuello y susurrarle te quieros al oído. Sonreírle al despertarse, insistirle con desayunos en la cama, con cafés por hacer. Preguntarle que tal ha dormido y contarle sus sueños. Decirse cuanto les encanta estar así juntos, a menos de tres centímetros de tocarse.


Amanda dejó de escribir. Se habían acabado las servilletas de papel en la mesa. Levantó la cabeza y buscó a su alrededor. Entonces, sin ni siquiera darse cuenta, sus ojos grises penetraron en su mirada. 

viernes, 16 de noviembre de 2012

Nadie podrá oirte

Autora: Paula Bonet

Cuando era pequeña me encantaba jugar a imaginar. 
Pasaba tanto tiempo sola que no encontraba mayor placer que crear historias. No necesitaba a nadie que me dijera como dirigir el curso de las cosas, yo era mi propio director y yo era quien decidía como encajaba el todo en la nada. A medida que crecía, cambiaba la temática de las historias. Algunas desaparecían porque se quedaban pequeñas e infantiles y otras porque necesitaban mejorar en calidad y detalles. Nunca nadie me dijo que hacía lo incorrecto, por eso seguí persistiendo y mejorando. Los domingos solían ser aburridos y solitarios, era entonces cuando mi cabeza empezaba a funcionar. Tenía millones de ideas flotando por mis neuronas. A veces, me creía tanto lo que inventaba que necesitaba mentir para sentirme dentro del círculo. Cuando me convertí en adolescente y empecé a salir de casa, dejé de sentirme menos sola y por lo tanto mis historias pasaron a un segundo plano. No fue hasta que entré en la universidad y empecé a aburrirme de nuevo en algunas clases que retomé mi pasión por inventar. Entonces lo hacía en hojas de apuntes, en fotocopias usadas con el reverso en blanco, en servilletas de papel entre café y café, entre clase y clase. Mis amigas me animaban a continuar, decían que tenía talento. (Talento que palabra tan extraordinaria y extraña a la vez). Luego como había demasiado desorden en mi habitación, decidí crear un blog, decidí comprarme un ordenador personal y empezar a tramar historias. Como ya había entrado en la edad adulta, no había cosa que me preocupara más que el amor. Además coincidió con el boom de los libros románticos y pegajosos, de los libros pastel que tan ansiadamente devoraba en la soledad de mi habitación, en el sofá de casa o de viaje en tren. Y ahí entre fantasía y realidad es dónde me encontré. Al menos resulta más gratificante que quedarte en el plano real siempre. Si algo no te gusta como va, cierras los ojos y lo vuelves a intentar.

martes, 30 de octubre de 2012

Nada es tan real como tú

Girona

Si puedo escapar es con la mente. 
Puedo viajar al pasado. Sentarme en tus rodillas, jugar al trote y al galope. Comer un helado de coco y que se derrame por el calor de mis manos en el cono de galleta. Toda la blusa de estrellas saltarinas manchada. Puedes reñirme o abrazarme. Puedes contarme historias de guerreros o de guerras en el corazón. De cuando eras pequeño y jugabas a las canicas o de cuando era pequeña y me gustaba saltar a la comba. Puedo recordar las fotografías junto a estanques y montañas rusas y sonreír apretando fuerte los dientes. 
Puedo escapar saltando charcos con unas botas de agua de colores. Ser una mariposa que viaja libre, sin riendas ni mochila. Puedo transformarme en agua y caer despierta por el grifo de tu cocina. Puedo emigrar como las golondrinas y volver en verano. Esperarte en cualquier otra ciudad, en cualquier café con vistas, recordar que en París nunca has estado. Dibujarte con mi mente toda la ciudad y con la mirada aquella instantánea que nunca podrás olvidar. Si puedo escapar es soñando en la cama de mi habitación. Mirando los planetas que se encienden en el techo al apagar la luz. Si puedo escapar es desnudándote el alma y dormirnos hasta mañana a las tres. Sonriendo porque trabajamos y estamos contentos. Si puedo escapar es rozándonos la palma de la mano en una estación de trenes abarrotada de gente, con esperanza en una mano y un billete en la otra. Es no poder dejar de mirar el paisaje pasando rápido a mi alrededor, mientras escribo en una libreta blanca todas las cosas que desearía cambiar. 
Puedo irme, y no escapar. 

viernes, 19 de octubre de 2012

Escucha mi voz



Hablamos de ver la vida através de los ojos del otro. Hablamos de las canciones que nos cantan, de las que nos encantan y de las que cantamos con los ojos cerrados, mientras dormimos, bailamos y nos amamos. Hablamos del tiempo en que llevamos queriéndonos, queriendo estar juntos, separados, echándonos de menos, sintiéndonos cerca. Hablamos del pasado como si fuese el presente y del presente que vendrá en clave de futuro. De las estaciones, los meses, los días, las horas que compartimos y continuaremos. Hablamos mientras crecemos, mientras nos damos la mano, mientras nos importamos, mientras nos reímos, caminamos o soñamos en voz alta. A veces, hablamos de lo general y de lo pequeño, pasando por lo cotidiano y lo absurdo. De los amigos de nuestros amigos y de las parejas que se forman y se separan. De los sentimientos de los demás y de los nuestros, de lo curioso de nuestra situación y de las situaciones curiosas que hemos vivido. Yo te hablo de mis gustos y preferencias, de mis manías y mis gestos. De las películas que me gustan y las que veremos juntos. Te hablo de la desesperación que siento y del dolor en el pecho de lo que ya no puede remediarse. De las lágrimas que me han caído antes de conocerte y los abrazos que me había perdido al no tenerte. Tú sonríes y dices que me quieres y hablas de las cosas que has hecho mal, de promesas que quieres cumplir, de días de trabajo y gratitud. Nos miramos, nos tocamos, nos sentimos, nos besamos, nos escuchamos. Cierras los ojos, luego lo hago yo. Y confiamos. 

miércoles, 10 de octubre de 2012

Llévame a algún lugar real

Salgar. La Noguera
Hago una foto en mi memoria y estás tú. No he decidido cuando había de ser. Pero entre todos mis buenos momentos ha aparecido uno de cotidiano contigo. Los dos abrazados en una esquina de la calle, discutiendo sobre cosas que podíamos haber hecho antes o por teléfono o cuando nos encontramos en el banco del parque. Hablamos sobre tu economía, que parece ser mucho más que la mía. Sobre los posibles planes del viernes, de mi madre y del cumpleaños de mi amiga M. Dices que te encanta darme besos en la mejilla porque es blanda y sonríes. Y nos abrazamos, otra vez, como si no tuviésemos que soltarnos nunca. Y es que prometimos que no íbamos a hacerlo. Incluso hablamos de pisos que algún día queremos compartir, de si viste la foto que te mandé de aquél o del otro. De la zona, del garage...Hablamos de todo, eso es lo bueno de quererte; que puedo contarte todo, que nunca me canso de explicarte las cosas, por muy cotidianas o alocadas que sean a veces. Eso es lo bueno de que nos entendamos. Lo bueno también es cogernos de la mano, besarnos y por supuesto abrazarnos. Esos abrazos que podría hacer durar toda una noche incluso. Luego me prometes que un día saldrás conmigo de fiesta. Hablamos sobre el futuro y el presente. Yo te hablo sobre lo bien que estoy a tu lado. Y es que a veces, esa suele ser la mejor parte del día. (y sé que la tuya también)

martes, 2 de octubre de 2012

Entrada con corazón

Lo que más tarda en recuperarse es el corazón. 
Antes que cualquier órgano. Cuando el corazón se apaga, ya no hay nada más que hacer. Es el motor que nos mueve. Que no, que mueve el mundo. Porque la mayoría de gente actúa sin corazón. Sin pensar en el daño que puede causar a terceros o quintos. 
Por eso, cuando te hieren, lo que más duele es el dolor de corazón. Aunque quieras sonreír y fingir y taparte con una venda los ojos. Da igual lo lejos que intentes irte, emigrar. El dolor seguirá estando ahí. Puedes distraerte, trabajando, yéndote de viaje, apuntándote a clases de salsa, a un club de lectura, ir al cine...da igual. Sólo conseguirás sentirte mejor durante un rato. 
(Hace un año que estamos así.)
Justo con tu movimiento de peón.
Cuando algo o alguien te toca justo en el corazón y te hace un agujero, todos los parches que tendrás que ponerle serán pocos en comparación con el dolor que sientes. Unos intentarán llamarlo de otra manera, otros te dirán que ya verás como todo mejora, como es cuestión de tiempo (como todo), que ya encontrarás la parte positiva. Si es que a veces, más vale callar y abrazar, antes que hablar para consolar.  Aunque tu cabeza lo haya olvidado, en ti, en tu parte más interna, en el recuerdo más efímero, volverás a ello.
Yo no sé que se siente. Ni siquiera he sentido una parte de este dolor. Pero simpatizo contigo. No porqué te lo deba. Sino porque lo siento. Porque TÚ eres fuerte y siempre estás ahí. Porque a pesar de las diferencias, de mi falta de sensibilidad a veces, de mi parecido desinterés, estoy contigo. 

martes, 18 de septiembre de 2012

Movimientos del peón

Vol de Colom. La Garrotxa'12
Ahora hace casi un año que te has ido. Ahora justo cuando empieza el colegio, cuando empiezan las clases, ahora cuando me dabas la mano y me acompañabas a la parada del autobús. Cuando decías "vas a llegar tarde" o "quédate con la señorita Inés" hace más de diez años. Ahora cuando recuerdo tus gafas viejas y la coronilla de tu calva asomando. Ahora cuando me reñías en casa y a veces fuera. Cuando me mordía las uñas y me llamabas la atención.
Te has mudado a poco más de tres manzanas de aquí y es como si te hubieses mudado de ciudad, de país, de continente. Es como si te hubieses transformado en alguien que no conozco, que nunca he conocido, que nunca antes había visto. Es como si fueses de esos que me llaman al móvil para cambiarme de compañía y tengo la necesidad de colgar a los tres minutos. Es como si hubieses sido alguien pasajero en mi vida, como si te hubiese conocido en una feria o arriba de una noria o te hubiese escuchado un día en la radio. 
Es como si todos esos recuerdos de niña, adolescente, juventud estuvieran perpetuos en mi memoria. Sin moverse, sin trascender, sin encenderse. En gris. Como si un día los hubiese metido en un cajón y hubiese perdido la llave. Como si no importase todo lo que un día construimos. Como si sólo estuviese este año rondando en mi cabeza. Este año de perdidas y lágrimas. De echarte de menos sin reconocerlo. Este año de no reconocerte, de dolerme, de odiarte por todo. De no poder abrazarte porque me eres extraño. Porque me he vuelto insoportable contigo, porque me resultas pesado, porque me mientes, me escondes las cosas. Porque en lugar de hacer de más, haces de menos. Los dos hacemos de menos. Y así, nunca nunca nunca podremos volver a los recuerdos bonitos. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Justo entre los ojos

Alhambra. Granada
Sentada en el borde de la piscina, con las piernas dentro del agua. La noche anterior cambió el tiempo, hoy hace más frío. El agua está más fría. Juego con mi pelo. Primero cojo un mechón al azar, lo enrollo y lo suelto. Quizá se dibujen tirabuzones, luego lo coloco detrás de la oreja, pasan diez segundos y lo pongo otra vez en su sitio. Tu estás detrás, en la tumbona, leyendo. Alzas la cabeza cada cuarto de hora para observar si sigo en el mismo sitio o si me he metido dentro del agua. Ha pasado el verano casi en un suspiro. Recuerdo mi cumpleaños, con nervios e ilusión y las líneas dedicadas que me escribiste. Dulces palabras. Deseos de estar junto a mí. Mi mente vuela hasta julio y recuerda los amaneceres que hemos compartido, ya sea junto al mar, o despertarme a tu lado, de la cama y ver como poco a poco el sol se colaba entre los edificios de enfrente. Sentirme como una adolescente recorriendo el metro para acceder a un concierto. Como hemos ido construyendo nuestro día a día. Ayudarnos, enfadarnos, abrazarnos, besarnos, sentirnos, dormir, reír, querernos...En agosto continuamos sumando amor, cenas y cócteles, paseos por ciudades que nos acogieron, retratos de nosotros entre monumentos y playas de piedra. Entre páginas de libro que nos han cautivado y la elegancia del sol ponerse en el horizonte mientras nosotros lo contemplamos. Quizá nos falte adorar las estrellas, no sé. Pero casi las tocamos. Ahora es septiembre y hemos volado en globo. Un dulce paseo por las alturas. No sé si será por todo esto o porque había de ser así, pero la palabra amor se ha agrandado en mi. 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Y de verdad, te quiero a ti.

Cabo de Gata'12
En este 2012, tú eres mi recuerdo más feliz. 
Cada vez que cierro los ojos estás tú. Contigo todo se vuelve volátil, sencillo. De tu mano las curvas se vuelven rectas. A tu lado, sonreímos sin un porqué. Hacer danzar mi mano por la ventanilla imitando el oleaje del mar. Diciéndonos tonterías alegres. Gastar los días de vacaciones sin preocuparnos por la hora que es o por lo que tenemos que hacer mañana. Planificar y cambiar de dirección sobre la marcha. Recorrer calles sin mapa y encontrar tesoros. Desear que el tiempo se multiplique. Que te quedes siempre. Siempre que todo sea como ahora. Como estos once meses. Que aprendamos juntos a hacer de lo pequeño lo más grande, que las sorpresas sean geniales. No desistir por el camino. Que nunca dejemos de darnos besos en ciudades desconocidas. Que sigamos queriendo perdernos por rincones que debamos inventarnos su nombre. Hacer fotografías de los lugares y de nosotros en diferentes modos de la cámara. Mirar las fotos de nuestros viajes y recordar cuando nos las hicimos, recordar anécdotas y reírnos de nosotros. Hablar de lo cotidiano y los sueños. De lo que dicen en la radio y en el periódico. Leer y escribir. Sentir. Contemplar el paisaje mientras la música fluye en nuestro corazón.

lunes, 13 de agosto de 2012

Que esta vez no se acabe nunca más

Roses
Yo antes solía escribir sobre "rolling in the deep" y sobre "universos infinitos", sobre " me muero de ganas de decirte que te voy a echar de menos". Ahora escribo para no olvidar. Para no olvidar como se hace escribir queriéndote. Para transformar los "ojalá que vuelvas pronto" y " me muero por abrazarte" en "te quieros" infinitos y en "que bien estoy aquí contigo". Para imantar las horas, no dejar que pasen los días en el calendario, y si lo hacen que sean a tu lado. Para sacarnos sonrisas cuando a veces estamos tristes y dejarnos llorar en nuestro hombro preferido. Para que digas "hoy quédate a dormir, es todo lo que necesito en este día" o para reencontrarnos después de unos días sin vernos (eternos) y decirte "te he echado de menos todo este tiempo, he pensado en tu sonrisa...". Ahora planifico escapadas a tu lado, días de playa y coche. Ahora en las fotos ya no salimos solos, estamos acompañados. Ahora escucho música que antes no conocía y me gusta. Antes inventamos la palabra ceder y ahora todo viene sólo. Y así es mucho mejor. Es mucho más natural. Antes evitábamos el quedarnos a dormir y ahora es rutina. Antes no había después después de deshacer tus sábanas, ahora es la mejor parte. Ahora sonrío cuando me miras. Cuando lo haces sin que te mire yo a ti. Y que sin querer, un gesto tan convencional, tan cotidiano, tan simple, se convierta en magia. 

miércoles, 1 de agosto de 2012

Retrato de un fin de semana de verano.

Cap de Creus.Roses
Tumbada en el sofá, lo recuerdo. 
Cogidos de la mano, recorremos una a una las calles de Roses, en busca de algún sitio dónde cenar. Luego, nos tomamos un helado y tu quieres bailar sardanes con vistas al mar. El paseo lleno de luces y gente paseando, figuras en la arena, la luna y la brisa que nos acaricia los pies. Hablar sobre lo que vamos a hacer al volver o sobre mañana. Recordamos la noche anterior en el concierto, yo cantando y tu observándome. Bailamos (como Ben), nos dejamos llevar, reímos. Gritamos al son de "Allí donde solíamos gritar", nos dejamos la voz y la vergüenza. Me acompañas a hacerme una foto. Sonreímos al recordar el sitio dónde acabamos, rodeados de franceses borrachos y pequeños pero con una vista sobre la bahía iluminada impresionante. Mi móvil no alcanza la belleza del momento. Descalzarnos y rodear la playa. A las cuatro de la madrugada. Cansados y con ganas. Aún así nos levantamos a las siete para ver salir el sol en el Cap de Creus. Un año después de que lo hablásemos. Aún recuerdo, lo que dijiste, lo que sentí, hace un año. Entonces te giras y me dices que me quieres y traes mi regalo de cumpleaños y no hay nada más bonito que pueda ocurrir . Nos besamos con el sol deseando regalarnos un nuevo día. Retrato cada instante para guardarlo en nuestro álbum. Luego bajamos a la playa y nos bañamos en las azules y verdes aguas de la costa brava. Limpias, impolutas. Frías. Y nuestros cuerpos se abrazan. Se dan calor. Se entienden. Se quieren. Flotando. 

sábado, 21 de julio de 2012

Los días por vivir

Este verano no es verano si no lo comparto contigo. 
Que quiero compartir mis tardes de piscina y mis noches llenas de estrellas. Quiero compartir mis fotos en el agua contigo,  y los abrazos en el mar.  Darnos besos salados y dormir en tiendas de campaña. Recorrer los pueblos de la costa brava a tu lado y de tu mano, con total tranquilidad, sin pensar por un minuto lo que te queda por hacer del trabajo. Que no quiero quedarme sin ti ahora que tenemos tiempo. Dormir hasta las tantas sin prisa por levantarnos. Saber encontrar el equilibrio perfecto entre no hacer nada y hacerlo todo. Navegar entre ciudades de hormigón y pueblos marinos, hacernos fotos juntos y por separado, ponerlas de perfil o enmarcarlas. Descubrir calas y acompañarte. Ir a conciertos y que me veas en "momento fan total". Quiero ver atardeceres o amaneceres o todo. Recostarme en tu hombro y que me hagas cosquillas en el cuello. 
Vamos a cerrar fuerte los ojos e imaginar que vuelve a ser viernes y empieza de nuevo nuestro verano. 

miércoles, 4 de julio de 2012

Je veux te voir

Te sientas en la última mesa de la terracita. Cojines verdes y amarillos a rallas. Botellas de agua en cada mesa, decoradas con acuarelas, una dibujada con frutas verdes, otra con utensilios de cocina, con animales marinos, con veleros azules, y así hasta llegar a una decena. Los farolillos encendidos alumbrando. Una hoja de papel y un lápiz junto a ti. Tu pelo recogido con un coletero que termina en una flor violeta. Una pareja en la mesa de tu izquierda, que se coge de la mano y se da mimos. Un camarero joven que se acerca a ti. Un mojito de frutas del bosque-dices, por favor. Dejas tu bolso grande, lleno de recuerdos reposado sobre la silla de enfrente. Un chico con bigote te saluda desde el extremo norte de la terraza, pero no le conoces. Son las once menos cuarto. La luna se está alzando y quiere reflejarse en el estanque del parque. Una llamada en el móvil. Es él. Pones música en tus oídos. Faltan quince minutos. Escribes Madrid en letras mayúsculas. Y escribes para conocer. Con una venda en los ojos roja te imaginas de su mano, mientras su voz te guía por las calles, en plena madrugada. Mientras recordaís a Alatriste y aquella colección que tienes en la estantería de casa que regalaba el País, cuando tenías doce años. 
Una chica sube al escenario, es inglesa, pero la entiendes. Dice que esta noche dará un concierto en acústico. Y a ti te encanta. Vuelves a mirar el móbil. Las once y diez. Diez minutos tarde, como otras veces. Empieza con "the one" y sacas la cámara de fotos, justo cuando unos labios te rozan la mejilla.  Dice " cierra los ojos, yo te cuento". Y la música invade todo el espacio, dulcemente. 

viernes, 29 de junio de 2012

Amnistía


Cambrils
Tiempo de piscina, de fotos en la playa dando saltos para pillar justo aquel momento que estás con los pies en el aire, aquella foto que siempre debes repetir tres veces mínimo porque siempre hay alguien que no coge el impulso necesario. 
Aquellas fotos de tus pies con las uñas pintadas de colores, las fotos con tus amigas en bikini. Las olas del mar rompiendo en las rocas, la brisa marina al pasear por la playa. Darle la mano a tu chico, mientras la noche cae, las farolas alumbran el paseo marítimo, los niños comen helado y juegan a la pelota. Inmortalizar todos los momentos, en fotos o en la retina. Llenar de momentos bonitos tu corazón. Darte un chapuzón por la noche, dibujar formas en el aire, dar besos porque si, para que sepan a verano. 
Ordenar tu habitación, todos los apuntes del año y hacer hueco para las nuevas sensaciones, para los nuevos retos. Hacer espacio para las guías de viaje, para las revistas de tendencias veraniegas. Distribuir tu armario por colores, por manga corta o pantalón largo. Hablar con tus amigos sobre futuros planes de verano. Sobre perderos en islas o culturizaros en alguna ciudad europea. O quedar y dar una vuelta por la Barceloneta. No sé. Tiempo de no mirar el reloj y ver cuantos días quedan para el examen. Relax. Abrir el aire acondicionado y sonreír. 

jueves, 14 de junio de 2012

Palabras que suenen de forma genial

foto aquí
Jugáis a las adivinanzas y Mario se imagina en un avión surcando los cielos y las colinas que llegan a tu boca. Mientras tu pintas el mapa del mundo en una hoja y señalas donde irías con él. Es primavera a fuera, y verano en su corazón. Con treinta grados de temperatura en el interior. Tú preparas la bañera, con adornos de colores, de esos que al contacto con el agua explotan y todo se inunda de espuma, con olor a chocolate y menta. 
Ha hecho km para poder abrazarte por la espalda y hacerte cerrar los ojos en un suspiro. Para hacer que tus pupilas se dilaten al contacto con sus dedos, para entrelazar las manos cuando os tumbáis en la cama, cuando le pides que seáis uno y el deseo de que no pare sea cada vez más fuerte. Cuando las sábanas ya no saben que más hacer y caen por el suelo, exhaustas de tantos revolcones, cuando la música decide llegar al éxtasis para no escuchar vuestros suspiros juguetones. Cuando Mario busca tu mirada perdida en algún punto de la habitación, cuando el colchón parece que va a ceder. Para reinventar estas cuatro paredes en las que te alojas hoy. Para que el baño sea más que agua y vapor. Para fijar esos vivos momentos. Hacer luz.

viernes, 8 de junio de 2012

Amelia

Istanbul
Ahí está ella. Revoloteando dulcemente por la cama. Girando de un lado a otro, desperezándose. El despertador que ha sonado a las siete y después cada diez minutos ininterrumpidamente hasta alcanzar y media. Una voz interior diciendo que abras los ojos y te levantes. Y en lugar de eso, te acercas más a ella y la abrazas; la acaricias, le das un beso de buenos días y de porque te apetece. Le sonríes, y le dices que es guapa y ella interiormente se sonroja. Que bien se está, ahí, a su lado, en la cama. Ella te responde que ojalá no tuvieses que irte, que ojalá fuese sábado otra vez, pero de esos sábados en los que estás en casa. O que ojalá volviese a ser ayer y aún tuvieseis que desnudaros en cuerpo y alma. Entonces, recuerdas lo que te dijo ayer, y sientes que la quieres más, el mismo "más" que ella a ti. Que estás haciendo la cena y sólo tienes ganas de sentirla cerca, de acariciarle el cuello, de darle besos lentos en la espalda, de navegar con la mano y la mirada, de descubrir sitios donde creíais que no había placer. De que tus manos mojadas se entrelacen en su cuerpo y nada pueda interrumpir ese momento. 
La ves ahí,  sentada frente al televisor, con esa blusa azul que transparenta, piensas. Con su pelo corto. Y tu deseo de hacerle el amor aumenta en ese mismo instante, en que vuelve a ser hoy y ella lleva tu camiseta naranja, y las líneas de su cuerpo se ven perfectamente dibujadas. 

miércoles, 30 de mayo de 2012

Al menos diez años más

Volví. La Cerdanya
Fue con "Los puentes de Madison"-dijiste.
Tenías diez años menos y muchas ganas de vivir la vida como si fuese una película de amor.
Recuerdas aquel verano como si fuese especial porque fue el primero.
Tenías aquella ilusión pintada en la cara y aquellos nervios a flor de piel, que recorrían todo tu estómago de arriba a bajo y te hacían saltar de la silla y revolotear por toda la habitación. Hacían que tu mente crease más historias diferentes que nunca antes habías conseguido. 
Yo creo que te gustan las papelerías bonitas desde aquella tarde. Te gusta el tacto del papel couché y el  celofán de colores, y mirar a través de él y ver los cuerpos de otra tonalidad. Te gusta admirar la decoración de las tiendas y observar la delicadeza con la que todo está ordenado, la variedad infinita de sobres y hojas. Pero la mejor parte, sin duda, es la de las libretas, cuadernos, diarios..."Es que hay cientos para escoger. Todos tan bonitos. Tienes que abrirlos y olerlos. Y si aquel olor te devuelve alguna sensación. Debes escogerle". Y así fue. Diez años después sigue oliendo como la primera vez, te sigue transportando a aquel día en que lo compraste. Ahora, una década después, has visto brotar palabras y palabras de tu mente, reflejadas y guardadas en las páginas de tu cuaderno, entre páginas azules y rosas. Anotando delicadamente y con buena letra todo lo que te pasaba, tu día a día, sin escatimar en sentimientos. Todos los chicos que te han gustado y lo que has odiado. Has dibujado corazones y felices años nuevos. Cosas que quizá te has inventado para ponerle más emoción a tu vida, aunque has aprendido a rectificar a tiempo.
Un día dijiste " no hace falta que tu vida la escribas como una película, entonces sólo duraría dos horas. Y a esto, al menos, le quedan diez años más".  

jueves, 17 de mayo de 2012

Dulce cotidianidad

Tarragona
Amy Winehouse en el reproductor de tu ordenador. En el mío, sólo unos metros detrás de ti Camera Obscura con su the sweetest thing, en plan cita perfecta para dos, en plan como conquistar a ese chico que hace tiempo te gusta.  Yo intentando memorizar la letra y practicar inglés. Yo sentada en tu cama, lista para ir a cenar.  Hoy invitas tú.  Afuera el atardecer acecha, el sol está a punto de decirnos adiós por hoy. Adoro el verano por esto.  Porque ahora aún es de día. Porque puedes ir en manga corta y llevar vestidos de flores, llevar vestidos sin medias y camisetas de colores. Puedes disfrutar de batidos de leche merengada en la terraza de un bar y leer sin parar todos esos libros que acumulas durante el año. Puedes dar vueltas por la cama sin que nada se interponga en tu paso, sin que ninguna arruga de la manta se interponga entre tú y él. Puedes llevar un bolso pequeño contigo, hacer que todo quepa en él, que todo quede perfectamente compactado, puedes dejarte la chaqueta en el coche o el pañuelo sin poder evitar coger una neumonía o un resfriado común. Puedes empezar a planificar tus vacaciones o empezar a revisar páginas con ofertas dispares de trabajos, descartar los que no te van o ajustarte a los cambios. O llenar los huecos del día en horas en la piscina, con la música en tus oídos, cerrando los ojos e imaginarte bailando.
Justo como ahora él. Moviendo los hombros, siguiendo fortuitamente el compás. Haciendo como si nadie más le estuviese observando. Dulce cotidianidad, digo. 

domingo, 6 de mayo de 2012

Un grito de soledad




Un día tuve un sueño. 
Me desperté a tu lado, pero teníamos treinta. Habíamos dormido juntos. 
Eran las mismas sábanas que habíamos comprado seis años atrás, tu misma sonrisa y nuestra mirada felina. Tu cara era diferente. Estabas sólo, entonces. Yo estaba sola, por dentro. Compartíamos tarjetas de bienvenida, nos intercambiábamos los números de teléfono y la dirección postal. Nos encontrábamos en los cafés. Pero ya no estábamos juntos. Lo estábamos ahora, en aquella cama. Pero éramos diferentes, como una película en blanco y negro. Nos deseábamos sin decir nada. Nos cruzábamos por la calle con sendas parejas y ni nos conocíamos.  Nos citábamos a escondidas tres o cuatro veces al año, cada vez en una ciudad diferente. París, Roma, Madrid.. Nos inventábamos profesiones. Tu decías que recordabas la forma en que cerraba los ojos cuando hacíamos el amor y yo echaba de menos como ponías mi pelo detrás de la oreja. El móvil sonaba a veces, a media noche. Recuerdo aquella noche con extraña exactitud. Nos habíamos saltado las reglas. Nunca me habías invitado a tu casa. Todo estaba ordenado. Había ropa tendida y juguetes en el suelo. El grifo de la ducha dejaba ir una gota tras otra. La silla del comedor en el suelo. El té de regaliz que se coló por mi garganta. La sutil forma de desabrocharme la camisa, tus gafas de sol delicadamente colocadas en la mesa. El olor de tu colonia, en mi cuello. La forma en cómo me cogiste de la mano y dijiste: "¿bailamos?" Cuando cerré los ojos y me preguntaste si estaba bien. Que si no quería hacerlo, si no quería hacer esto, no ibas a enfadarte. Nosotros como si no hubiésemos acabado nunca, nosotros sin desprendernos de la juventud. Nosotros cómo si no pudiésemos dejarnos ir. Preguntándonos porque habíamos escogido ser sólo amantes. Porque queríamos ser conformistas pudiendo comernos el mundo, lentamente. 

martes, 1 de mayo de 2012

Pequeños trazos de la memoria

Aigues-Mortes.
Sabes, hay algo de ti que me gusta. Algo que no suelo decirte.
Me gusta cuando disimuladamente miras mi perfil en facebook y dices que salgo bien en las fotos.  Cuando tienes curiosidad por saber si he escrito algo en el blog o no. Cuando decides que es el momento de leerlo, a pesar de que te lo haya dicho yo dos horas atrás. Me gusta cuando lo lees estando yo a tu lado y la sonrisa del después. Cuando me preguntas porque hace días que no escribo. 
Me gusta cuando haces ver que te olvidas de las cosas, pero en realidad te importan más de lo que parece.  Cuando recuerdas nuestro inicio. Cuando hablas de otros y en realidad quieres hablar de ti, porque en realidad quieres oírme decir que sólo me gustas tú. Me gustas cuando estudiamos juntos y levanto la cabeza y me estás mirando a través del espejo. Cuando sonríes dulcemente. Cuando cocinas y te pones nervioso cuando revoloteo a tu alrededor. Cuando pregunto si puedo ayudarte y me observas.  Cuando caminamos juntos y tu mano busca la mía y en menos de un minuto se entrelazan. Cuando te doy besos en el cuello y se te pone la piel de gallina. Cuando te acaricio y siempre tienes cosquillas.  Me gusta cuando nos abrazamos en el ascensor. Cuando haces aquellas muecas tan graciosas, que siempre quiero hacerte una foto y no llego a tiempo.  Cuando mueves la cadera y los brazos al son de la música y dices que me imitas, pero ambos sabemos que yo continuo ganándote. Me gusta cuando me miras y siento que quiero seguir avanzando contigo.  Me gusta cuando intento convencerte de algo y continuas negándote. Me gusta recordarte en mi, cómo pequeños trazos que deben guardarse en mi memoria. 

martes, 24 de abril de 2012

Autocrítica.

Albufera. Valencia
Hablar de lo que nos gustaría suele ser más fácil. 
Yo puedo pasarme horas y horas hablando sobre algo que me encantaría que pasase. Sobre aquel sueño que tuve un día o sobre aquello que leí en un libro o periódico. A veces, nos acostumbramos a pedir demasiado y no nos damos cuenta que lo más importante es que estemos aquí y ahora. Yo creo que lo hacemos porque siempre nos ha funcionado bien eso de pedir. Y cuando me refiero a pedir no quiero decir de un modo autoritario, si no más bien de un modo delicado para que no suene tanto a súplica. Y además nos olvidamos de que las cosas si no se quieren hacer por mucho que nos lo pidan no saldrán bien. ¿Qué efecto tiene pedir algo? Si lo más importante es cuando sale de dentro porque sí. Es cuando te dan una sopresa. Algo que no esperabas. Aquello es realmente lo mejor de toda relación. De todo tipo de relación. 
Hablar de lo que nos gusta ahora y de lo que tenemos ahora, es como que parece que no llama la atención. Porque es fácil. Y si toda tu relación se basa en algo complicado, o toda tu vida lo ha sido, parece como que ahora los detalles no puedan ser fáciles y normales. No se por qué, si lo normal a veces, puede ser extraordinario. A veces, creo, que las redes sociales nos han hecho un poco de daño con esto, porque si no viésemos lo que les pasa a nuestros amigos, o lo que les regalan su pareja o familia, a veces, no seríamos tan exigentes con los que nos rodean. Y seguro, que seríamos un poco más felices. Yo por lo menos, creo que sí. 
Ya sabes, que a veces me vuelvo un poco exigente, un poco pesada con esto. Pero prefiero que me quieras porque sí. Prefiero quererte sin más.  Que ya que decidimos ser dos suicidas valientes, quiero hacerlo bien. 

sábado, 14 de abril de 2012

Hoy todo me habla con tu nombre


Bèziers'12
Ahí estabas tú. Con tus ojos verde primavera y toda la noche por delante. 
Todos los días siguientes. Tus manos abrazando mi cintura y el contacto con nuestros dedos deslizándose por nuestras caras. 
Ahí estabas tú, con tus ganas de quererme y las mías de no dejarte ir. Con nuestros días de verano consumidos entre sábanas y mensajes de móvil. Con nosotros queriéndonos los días que cenábamos, los días  que era inevitable separarnos. Los días que no queríamos alejarnos. Cuando te buscaba incansablemente en las miradas de los demás, en los abrazos perdidos. 
En las cartas que me escribías, en las despedidas que acontecían. En tu extraña manera de decirme que me querías.  En mi queriendo descubrir otras bocas, otros sueños, otras sutiles estaciones.
Y ahora estás aquí. 
Encontrados en octubre. Moviéndonos a cámara lenta, guardándonos en la retina y en el corazón. Regalándote el último suspiro de mi voz cada vez que no te tengo cerca, el suave aroma de un grito en plena madrugada. Sin querer renunciar, queriendo ser únicos entre nosotros. Descubriéndonos en otras ciudades, planeando escapadas en coche. Copilotos de emociones. Aceptar que somos diferentes pero valientes. Recordar que lo importante es que queremos estar aquí. Atrevernos a nadar en este mar de civilización, de hormigón. Y entonces hacer luz. 

Jo hi sóc perquè tu vols ser-hi
i res no serà senzill
però tot el camí que esperi 
tindrà un nom i un sentit.
LLUÍS LLACH

lunes, 2 de abril de 2012

De momento abril

Tarragona
A veces no se necesita nada más para respirar. 
A veces, con irte sólo a menos de 100km al sur, basta. 
Yo siempre te he escuchado como el mar de fondo. Tú para mí siempre has sido agua. Olas que vienen y van.  Sólo hay que dejarse llevar. Siempre te he deseado cómo el aire, como la brisa marina que azota las rocas. Cómo el niño que come un helado y huele a tranquilidad e inocencia. Cómo las rayas de un parasol o los topos de aquel bañador que tenías con cuatro años. De la forma en que tu pelo hacía ondas y tus pies se mojaban al andar junto a la orilla. Cómo te ponías aquellas gafas de pasta que creía ridículas y me echabas una sonrisa, que no te costaba nada y me encantaba. La forma en cómo me contabas historias sobre marines y piratas y te tapabas un ojo con la cinta roja del pelo. De cuando contábamos trenes que se iban de la estación y de las chicas solitarias que flirteaban con los desconocidos. De cuando decías que juntos íbamos a ser indestructibles. De cómo lo subrayaba en mi diario y luego te lo leía. 
Siempre he deseado tocarte, sentirte, verte, ser ese beso que no se pide, y cuando he estado a tu lado, me he sentido más libre que nunca. 

martes, 27 de marzo de 2012

Love love love


Y llueve. Y tu ahí bailando. Y te dices que esto es de aquellos vicios (in)confesables que te encantan. Cómo la forma en la que el agua recorre tu cuerpo, tu ropa mojada. Con el mar de fondo, como no. 
Que es equiparable a bailar en casa con la música en el reproductor. Una canción tras otra. Hacer el tonto. En mayúsculas. Dejar tus músculos fluir. Perder el control. Sentirte sexy. Saltar encima de la cama. Tirar al aire los cojines. 
Cocinar y dejar la cocina llena de harina y huevo. El horno saturado, sobre calentado a 200ºC. Tu pelo sucio y las manos llenas de masa. El corazón contento. Él mirándote a través de la ventana del patio, todo abierto y el aire...Haciendo revolotear las hojas, montones de lápices de colores rodando por tus pies. Dejar fluir el expresionista que llevas en ti. Probarte todos aquellos vestidos olvidados, aquellas medias caladas de flores. La ropa por el suelo. Descontrol.
Ir a un karaoke y cantar la canción más cutre de todas y actuar como si fueras Tony Manero en la pista. 
Posar en las fotos de los demás, hacer un collage de todos los días en tu vida, resumido en el fotos. Empapelar toda la habitación. Hacerte fotos en los espejos, incluso en los del retrovisor del coche de tu chico, que se convierta en tu guía de viaje. En el contador de historias. Soñar en palabras. 
Llevar una libreta con hojas en blanco en el bolso y escribir, sin parar...y confesar(te) entre ríos de tinta azul. 

miércoles, 21 de marzo de 2012

Sacude mi mundo a la luz del sol

Te acercas, lentamente. 
Le ves ahí, en su mesa. Haciendo planos e intentando cuadrar la distribución de un riego para que bañe todo un campo (de trigo). Y te entran unas ganas irremediables de darle un beso en la nuca y poner tus brazos en su cuello y decirle cosas bonitas al oído, para que sonría. 
Lo haces. Y ahí estáis los dos. Riendo de las cursiladas que os decís. Que sólo otros enamorados podrían (si acaso) entender.  Pones la música y te entran las ganas de bailar, que a fuera hoy hace sol y huele a primavera. Abres la ventana un poco más, para que el aire entre por vuestras venas. Te despojas del pañuelo de flores que llevas y tiras la chaqueta verde encima de la cama y empiezas a dar vueltas. Tus pies quieren moverse al ritmo de la música. Y cuando él te ve, te saca fotos. Se acerca, te dije flojito  al oído que le encantas y te da un beso de esos que no sabes si tienen final. 
Media hora después, los dos desnudos  y un espiral de pasión y pureza os inunda. Haciendo el amor y deshaciendo las sábanas. Tus dedos recorriendo su torso y sintiendo que no puede haber nada mejor para empezar una tarde con sol. Bueno sí, cierras los ojos y entonces estáis los dos en una habitación con vistas al mar. Ahora si, todo está en su lugar. Él te mira y os conectáis. 

jueves, 15 de marzo de 2012

No intentes explicarlo, esto es más que eso.


Te quiero.
Y quiero decírtelo. 
Sin más adjetivos, ni adverbios. Sin más cuantificadores.
Simple y llanamente. 
Sin ponerle negrita o doble subrayado. 
Sin ponerle más color.
Sin describir el porqué, sin explicar el cómo ni el cuando.
Sólo el querer. Del verbo quererte.
Ahora. 

domingo, 11 de marzo de 2012

Aquel viaje que me llevaba hasta ti


Era por la noche.
Recuerdo tu mirada de soledad, buscando su lugar. 
La hora siguiente y las paredes grises de tu habitación. La forma lenta en la que te desnudaste. Como sin decir nada, inundaste mi corazón agrietado. Dejaste ir el grifo y el agua recorrió sin quererlo toda la bañera. Pusiste el jabón con gracia y cerraste. Tus manos mojadas comprovando la temperatura. Y en unos segundos te vi dentro. Primero un pie y luego el otro. Sin ni siquiera preguntar me dijiste que pusiese música para la ocasión. Te vi enjabonarte. Me dijiste que me imaginabas como un marine surcando tus caderas. Luego fui explorador. Y lo próximo que recuerdo es una botella de vino vacía y mis manos en tus pechos. Mi lengua ansiosa por descubrirte. Tu cara perfectamente dibujada y tú diciéndome que te encanta la fotografía. Me pides que busque tu reflex por la habitación y que haga fotos. Y a mi sólo se me ocurre besarte. 
Dos meses después. Sigues inventándome. Dices que prefieres imaginarme justamente de la forma que no soy. Que te hace quererme más. Aunque yo no estoy seguro, te sigo. Lo haría incluso cuando dices que quieres escaparte. Cuando te imaginas viviendo en una caravana y bañándote en el mar. Cuando recitas poesía y no entiendo lo que dices. Luego dices, que no puedes seguir mintiéndome y reconoces que me quieres a medias, porque la otra mitad es todo aquello que no has encontrado aún. Aunque estar conmigo te hace sentirte niña otra vez. Prometes llamarme cuando crezcas. Pero yo no quiero dejarte ir aún. Tú dices que eres verano y yo soy noviembre. Y que nuestras partes nunca podrán juntarse. Me dejas una foto tuya firmada, por si algún día te haces famosa, solías decir. Y un beso en pintalabios rojo en mi taza blanca de los Beatles, con All you need is love, de fondo. 

domingo, 4 de marzo de 2012

La hora más dulce

Sierra Albarracín
Recuerdo aquel día que dijiste que juntos nos pasarían cosas buenas. Que íbamos a paliar todos los agujeros que teníamos. Que íbamos a  subirnos al tren del futuro de la mano.
Entonces me desperté apuntando historias bonitas en post-its amarillos en las paredes de la habitación, en los muebles del salón, en los cristales del baño. Entonces quise que nos metiésemos en una bañera llena de burbujas, con olor a chocolate y el incienso afrodisíaco que me habían regalado por mi cumpleaños quemándose. Que hubiese una ventana abierta en la que entrase la brisa fresca de la mañana y el agua caliente en nuestra piel. El radiocasette sonando, inundando nuestra casa, nuestras mentes, nuestra alma. Pidiendo que nos respirásemos. Que cerrásemos los ojos y apareciésemos a mil millas de distancia, con el bañador puesto y que la música nunca dejase de sonar. Damien Rice delicadamente. Russian Red recordándonos que que más da si es cada día o cada noche. Saborear, pedir la luna y las estrellas. Inventarnos personajes, construir castillos en el aire. Dedicarnos el hoy. No dejar que este "hoy" acabe nunca. Besarnos desenfrenadamente, desintoxicarnos de mentiras. Aprender a aprender. A no dejar de quedarnos quietos. A ser. Juntos. 

martes, 28 de febrero de 2012

Todas las cosas bonitas que podemos ser

Cambrils. Verano.

A veces, recuerdo.
Te recuerdo cogiéndome de la mano y entrando de puntillas al mar, frío. Despacito, dando pequeños saltos y con piel de gallina incluída. En la arena, haciendo castillos de arena y pececillos y estrellas de mar. Untándome la piel de bronceador. Y aquel bañador naranja con una rana dibujada. Luego, tú poniendo la sombrilla y todos riéndonos. Tú diciendo que "esto no es lo mío" y la sombrilla al suelo. El helado de coco manchando mis labios y el sol derritiéndolo. Mamá estirada en la toalla y tu leyendo el periódico en la silla blanca. Las olas del mar y el sonido que las acompaña. Siempre he querido despertarme a media noche, abrir las ventanas y oler a sal. Siempre he deseado guardar un pedacito de mundo en un bote de cristal. Un pedacito de agua verde, marina. Quererte por las noches a la luz de la luna. 
Te acuerdas cuando cantábamos "la flaca" en el balcón de aquel apartamento en Peñíscola y daba vueltas sin parar con el vestido a rayas? Me encantaba aquel vestido y las zapatillas Victoria del mismo rojo cereza. Que recuerdos los de aquellos veranos. Todos éramos inocentes, felices. Sonreíamos en las fotos. Pintábamos paisajes y nos inventábamos canciones allá donde no había. Caminábamos y descubríamos. Hundíamos barcos de papel. No había prisas, ni llamadas perdidas. Sólo nosotros, y nos bastaba. 

lunes, 20 de febrero de 2012

Tan sólo seremos libres cuando no haya más que perder.


Arcalis. Andorra'12.
                     Poco a poco las cosas vuelven a su sitio.  A veces, más tarde que temprano. Pero vuelven.
A veces, que vuelvan no quiere decir que se arregle el daño, o que la situación vuelva a ser como hace un tiempo. Quiere decir que todos sabemos que debemos hacer. Que parece que nos hemos encontrado con nuestro antiguo yo y nos ha recomendado cual es el camino que ahora nos toca seguir. 

                  A mi hace un tiempo ya, mi yo antiguo me dijo que me dejara llevar. Que nunca sabes donde puedes terminar o empezar. 
Aunque creo, que este inicio viene bien. Yo dormida al otro lado de tu cama, desvestida, con tu camiseta de dormir roja, amarilla, negra. Yo desde el otro lado del auricular, preguntándote que tal el día o si has tenido mucho trabajo hoy. Tú enviándome mensajes de buenos días, de cómo te encuentras. De te echo de menos y de llevo más de dos días sin abrazarte. Déjate caer por aquí. Hoy cenamos tortilla de espárragos como a ti te gusta. Y si no te encuentras bien, te preparo una sopa caliente. De este finde semana he sido el más feliz, de que contento estoy de que estés aquí, a mi lado. Nuestro lado. Tú consolándome, reforzándome, prestándome tu abrigo, tu ternura, tu regazo. Nosotros en las fotos, y tus ojos entrecerrados por el sol-dices, claro. Nos miramos y reímos. Mis "he decidido" y tus este verano te llevaré aquí. Y prometes hacerlo. Sólo tienes que desearlo muy fuerte. Mi lista de deseos por cumplir. Mi lista de deseos cumplidos. Yo llorando de emoción, de rabia, de soledad, de amor, de tristeza...Tus "i punt" cuando quieres tener razón. Tus me gustas así. Quiero dormir contigo. El tacto de la nieve en la piel. En tus manos, en las mías. Cómo esquimales. 
Nuestros quédate hoy y mañana, y la mañana de mañana. Siempre. 
               

sábado, 4 de febrero de 2012

Tú excusa para soñar

500díasjuntos
Me recuesto en tu regazo. Los dos viendo la peli de la 2. Lunes sesión de cine a las diez. 
Estamos llenos. Llenos de amor. 
Me gusta dormirme a tu lado, ser tu otro lado de la cama. Me gustas tú. La forma en que bostezas después de cenar y te recuestas en el sofá y sé que hoy la película la miraré yo por ti. 
Tu cierras los ojos y yo te dibujo. 
Primero lentamente, tus orejas pequeñas, el perfecto lugar para conquistarte y río flojito. Un beso allí. Luego la línea que junta tu cuello con la clavícula derecha y seguir el recorrido de los besos, como una hormiguita tal vez. Bajar lentamente y acurrucarme en tu pecho y sentir el latido de tu corazón, justo en el centro. Contar tus respiraciones, leves, normopnéico. Cogerte de la mano y acariciarte el pelo y hacerte cosquillas. 
Entonces yo también abro los ojos y te veo allí. Justo cómo te había imaginado. 
Mirándome y sonriendo. Me has leído el pensamiento. Dices que te vas a la cama y que me esperas ahí. Pones música. Bien flojita para que luego no tengamos que levantarnos a bajarla. Y guiñas el ojo. 
Luego vengo-digo. Y aparece en pantalla Edith Piaf enfundada en un batín rosa y su desayuno en la cama. Y entonces yo te grito desde el comedor, "mira mira, así así" y dices: "esto no es para mi", pero yo se que algún día tu harás lo mismo por mi. Y pones Vetusta Morla con Maldita Dulzura y cantamos al unísono, preparándonos para la carrera, cómo si tuviésemos que ganar el primer premio a los mejores interpretes en el concierto del día dos. La televisión de fondo a ritmo de Non, je ne regrette rien y nosotros  a tan sólo 20 metros nos damos un beso acompañados de los chicos de Madrid. 
Un perfecto dibujo para una noche de lunes.

viernes, 27 de enero de 2012

El invierno más duro

Sólo sé, que un día paseando por la calle, con las luces de Navidad apagadas ya, con los niños corriendo y gritando, con los ojos semi tapados por los gorros de bolas, con las calles resbaladizas de la helada de la noche anterior o de la que se avecinaba, lo supe. Supe que había empezado a des-quererte. Supe que mi corazón no sentía nada por ti. Supe que el rinconcito que te otorgaba desde el primer día que te vi, desde el primer día que abrí los ojos y me sujetaste, se había hecho cada vez más pequeño. Supe que ahora ya no sería ayer, ni antes de ayer, ni el año pasado, ni hace diez, ni sería como el primer segundo que suspiré o que lloré y me abrazaste. O cómo aquella vez que no quería ir a la piscina con cuatro años y tú me escribiste una poesía sobre aquel primer día. O cómo los cuentos del zorro y el palomico que me contabas antes de dormirme. O cómo las canciones que cantábamos en el coche, o cuando me dormía en el asiento de atrás y me tapabas con una manta. Ni tan siquiera, cuando me reñías y siempre estabas corrigiéndome. Cuando decías que no servía para el inglés, ni para las matemáticas. Que no me esforzaba lo suficiente y que mi sistema de aprendizaje no era el correcto. 
Aquél día que lo supe, no me acordé de todo esto. Y ahora que me acuerdo, no puedo sentir más que soledad e indiferencia. Es como si no estuvieras pero estando. Ahora no tengo las armas para solucionar este embrollo psicológico en el que tú mismo has decidido estar. Y pienso, que ni tan siquiera me importa, o levemente, que estés en él. Igual el tiempo curará este desencanto emocional que me has provocado, y volveré a sonreírte y a preocuparme por ti. Volveré a querer quererte otra vez. 
En este ahora, lo sé. Sé que no puedo quererte (igual).

viernes, 20 de enero de 2012

Tú me provocabas aullar.


Quiero quitarte la ropa poco a poco, quiero darte besos en la oreja y que mis dedos se conviertan en hormigas silenciosas que bajen lentamente hasta tu ombligo y dibujen círculos concéntricos.  Acariciarte tramposamente. Quiero ser traviesa y dulce. Esbozarte una sonrisa de placer y control. Con las puertas abiertas de la habitación  y el ruido en nuestra cabeza, la música flotando en el ambiente y el olor a ceniza o incienso en nuestro corazón. Quiero ensuciarme contigo y enjuagarme debajo de tu misma ducha.  Te comería a besos-sueles decir.
Hoy es de aquellos días en los que ardo por dentro. Es de aquellos días en que no me importa si hay gente alrededor, una caricia tuya y ardería. Es de aquellos días en los que se debe gritar de placer, provocarte en las esquinas, tumbarte sobre la cama e incluso desnudarte con la mirada. De aquellos en que las palabras sobrarían y nuestros juegos serían excitación, en los que el autocontrol no valdría. De aquellos que superarían a los anteriores, superarían incluso a los que aún no tenían nombre, a los de verano.  Quiero inventarme juegos y probarlos contigo.  Embriagarnos con alcohol y amor, con frío y calor interior. Quiero empañar las ventanas y cantarte incendios de nieve.
Quiero ver el brillo de tus labios mientras lees esto. Y la sonrisa traviesa que se te dibuja. La forma en que tu boca dice “ házmelo, todo”.  Y cerrar los ojos. Hacer chirriar la silla. Que terminemos de pie, mi espalda pegada a la pared y un deseo de querernos casi irremediable.  Tu manera de tocarme y de cogerme el pelo y caer deprisa encima de la cama…no lo digas, no lo digas. “Sólo hagámoslo”-digo.

domingo, 15 de enero de 2012

A veces pienso que es un don olvidar...

Plaza del Torico.Teruel'11
Todos tenemos heridas.
Todos tenemos cicatrices. 
La diferencia es que a veces, aquellas cicatrices que creías cerradas siguen ahí, vuelven a abrirse y vuelven a convertirse en heridas. Y luego, la mayoría de las veces el proceso de curación se convierte en algo terriblemente largo. Casi irreversible. Es como poner el dedo en la llaga una y otra vez. 
Las peores, sin duda, son las del corazón. 
El corazón no entiende de porqués-dicen. No entiende y tú tampoco lo entiendes. Nadie entiende cómo un órgano que ni siquiera puedes tocar con la punta de los dedos, ni siquiera rozar, puede causar tanto dolor, a veces. No entiendes porque a veces llora y se encoge y late con más intensidad. No entiendes porque a pesar de ponerle música y tratar de emborronarlo, la herida sigue estando ahí. 

Sin embargo, hay gente que tiene el don de sanar las heridas del corazón. No se muy bien cuál es el secreto o la fórmula. Sólo sé, que si tienes la suerte de encontrar a alguien que puede hacerte sonreír y no sólo poner parches en tu pobre y lastimado corazón, no puedes dejarla escapar. 
Yo creo haberla encontrado. Sé que lo he hecho. Dice que soy fuerte y yo sólo pienso que soy cobarde y que tengo miedo. Que soy autoconformista y que veo la vida pasar por delante cómo si fuera la película de otro. "Y es que el grito siempre acecha, es la respuesta". Lo bueno de esto, es que contigo mis heridas parece que no están, me haces olvidar y querer empezar de nuevo. Dices "es fácil". Y aunque no lo sea, mi corazón contigo parece entenderse. 
Parecen diluirse los problemas. Parece que llegue la sangre al corazón y que empiece a picar. Y solían decir que "si pica es que cura". Yo no sé si así se cura. Pero por lo menos permanece dormida un tiempo. Aunque tengamos una nueva cicatriz en nuestros 12cm de longitud.

domingo, 8 de enero de 2012

Situaciones de emergencia y terapias mal llevadas.


Estoy en el punto más álgido de la cuesta de enero.
Y no porque note mi bolsillo más vacío que en diciembre, después de las fiestas. Ni porque haya engordado 4kg y tenga que apuntarme urgentemente al gimnasio para bajarlos. 
Es sencilla y planamente porque estas fiestas han sido de verdad (sin contar en alguna excepción) tristes. 
Esto de año nuevo, propósitos nuevos e intento de mejorar para según quien parece no poder aplicarse. 
Ayer, que ya se suponía que los deseos de año nuevo tenían que estar activándose, fue el peor día de todos los que han venido después de "la ecatombe". Me sentí sola, perdida y con muchas ganas de escapar de allí. Me senté en el coche, cinco minutos antes de irme a trabajar, y empecé a llorar, tanto que podría haber nadado algún pececillo de color, entre tanta lágrima suelta. 
En casa, me puse a mirar desenfrenadamente y con un odio en mi montones de apartamentos que mi bolsillo pudiese pagar, que pudiera ir andando a trabajar y que tuviesen muebles. No se, cuanto durará mi deseo de escapar o si realmente podré hacer algo para llevarlo a cabo. 
Algunas mañanas me levanto y siento esa opresión en el pecho, de angustia que no sabes ni si levantarte. Tienes que hacerlo porque trabajas, esa es la razón para no desesperar (de momento). Y con todo eso se junta no poder abrazarle a él, porque está lejos. Y ya llevas echándole de menos todos los días feriados. 
Y entre la angustia y el dolor de escapar, el echar de menos y los exámenes que están llegando, esto puede ser una bomba, de un momento a otro.
Espero que en febrero se recupere. 

lunes, 2 de enero de 2012

Un bocado de nostalgia

Indignados en Sol. Madrid'11
Me he dado cuenta que cuanto más te quiero, menos puedo escribir nada bonito. 
Ahora me he vuelto escueta. No se adornar los sustantivos con montones de adjetivos. Tal vez, me he vuelto numérica o más de ciencias que antes porque me ha dado por contar los besos que nos damos o los días de la semana que estás aquí y los que faltan para que nos encontremos. Me ha dado por contar contigo y contar las veces que repetimos nuestras palabras. 
2011 me ha quitado palabras y ha añadido en mi diferentes formas de sentirte cerca y de echarte de menos. Ha disfrazado sonrisas envueltas en melancolía y me ha pintado experiencias positivas en la cara. Viajes al centro del universo, del nuestro. Al centro de nuestro corazón. Me ha hecho experimentar el dolor de perder aquello que más quieres y me ha escupido caladas de odio en la cara y de soledad. Ha querido que perdiera lágrimas y que no pudiese conservarlas en botes de cristal. Me ha dado motivos para alejarme de ti y de hablarte en los demás. Me ha dado abrazos y amor y me ha quitado inocencia. 
Me ha regalado grandes viajes con amigos, me ha descubierto paraísos perdidos que creía que no podían existir y me ha dejado guardarlos en mi retina, en el lugar exacto donde luego puedes recordarlos con todo detalle. Me ha dicho que a veces aquello que no deseamos o aquella persona que no vemos termina siendo todo lo que quieres para Reyes. Me ha enseñado que a veces, lo que si deseamos podemos perderlo con sólo cerrar los ojos. Y que no hay mejor lugar en el mundo que el que tú eliges. Aunque a veces, se tarde en comprenderlo o duela aceptarlo o sea realmente duro. Que a veces, de los errores se aprende.  Me ha enseñado, también que los que tienes a tu alrededor son el mejor sustento para vivir feliz. 
Así que a este 2012 le pido que no nos sobren los motivos para seguir creyendo que todo puede mejorarse. Dejarme guiar y confiar que llegará el dia en que todo vaya mejor. Y sobretodo seguir queriendo(me)-te.