martes, 30 de octubre de 2012

Nada es tan real como tú

Girona

Si puedo escapar es con la mente. 
Puedo viajar al pasado. Sentarme en tus rodillas, jugar al trote y al galope. Comer un helado de coco y que se derrame por el calor de mis manos en el cono de galleta. Toda la blusa de estrellas saltarinas manchada. Puedes reñirme o abrazarme. Puedes contarme historias de guerreros o de guerras en el corazón. De cuando eras pequeño y jugabas a las canicas o de cuando era pequeña y me gustaba saltar a la comba. Puedo recordar las fotografías junto a estanques y montañas rusas y sonreír apretando fuerte los dientes. 
Puedo escapar saltando charcos con unas botas de agua de colores. Ser una mariposa que viaja libre, sin riendas ni mochila. Puedo transformarme en agua y caer despierta por el grifo de tu cocina. Puedo emigrar como las golondrinas y volver en verano. Esperarte en cualquier otra ciudad, en cualquier café con vistas, recordar que en París nunca has estado. Dibujarte con mi mente toda la ciudad y con la mirada aquella instantánea que nunca podrás olvidar. Si puedo escapar es soñando en la cama de mi habitación. Mirando los planetas que se encienden en el techo al apagar la luz. Si puedo escapar es desnudándote el alma y dormirnos hasta mañana a las tres. Sonriendo porque trabajamos y estamos contentos. Si puedo escapar es rozándonos la palma de la mano en una estación de trenes abarrotada de gente, con esperanza en una mano y un billete en la otra. Es no poder dejar de mirar el paisaje pasando rápido a mi alrededor, mientras escribo en una libreta blanca todas las cosas que desearía cambiar. 
Puedo irme, y no escapar. 

viernes, 19 de octubre de 2012

Escucha mi voz



Hablamos de ver la vida através de los ojos del otro. Hablamos de las canciones que nos cantan, de las que nos encantan y de las que cantamos con los ojos cerrados, mientras dormimos, bailamos y nos amamos. Hablamos del tiempo en que llevamos queriéndonos, queriendo estar juntos, separados, echándonos de menos, sintiéndonos cerca. Hablamos del pasado como si fuese el presente y del presente que vendrá en clave de futuro. De las estaciones, los meses, los días, las horas que compartimos y continuaremos. Hablamos mientras crecemos, mientras nos damos la mano, mientras nos importamos, mientras nos reímos, caminamos o soñamos en voz alta. A veces, hablamos de lo general y de lo pequeño, pasando por lo cotidiano y lo absurdo. De los amigos de nuestros amigos y de las parejas que se forman y se separan. De los sentimientos de los demás y de los nuestros, de lo curioso de nuestra situación y de las situaciones curiosas que hemos vivido. Yo te hablo de mis gustos y preferencias, de mis manías y mis gestos. De las películas que me gustan y las que veremos juntos. Te hablo de la desesperación que siento y del dolor en el pecho de lo que ya no puede remediarse. De las lágrimas que me han caído antes de conocerte y los abrazos que me había perdido al no tenerte. Tú sonríes y dices que me quieres y hablas de las cosas que has hecho mal, de promesas que quieres cumplir, de días de trabajo y gratitud. Nos miramos, nos tocamos, nos sentimos, nos besamos, nos escuchamos. Cierras los ojos, luego lo hago yo. Y confiamos. 

miércoles, 10 de octubre de 2012

Llévame a algún lugar real

Salgar. La Noguera
Hago una foto en mi memoria y estás tú. No he decidido cuando había de ser. Pero entre todos mis buenos momentos ha aparecido uno de cotidiano contigo. Los dos abrazados en una esquina de la calle, discutiendo sobre cosas que podíamos haber hecho antes o por teléfono o cuando nos encontramos en el banco del parque. Hablamos sobre tu economía, que parece ser mucho más que la mía. Sobre los posibles planes del viernes, de mi madre y del cumpleaños de mi amiga M. Dices que te encanta darme besos en la mejilla porque es blanda y sonríes. Y nos abrazamos, otra vez, como si no tuviésemos que soltarnos nunca. Y es que prometimos que no íbamos a hacerlo. Incluso hablamos de pisos que algún día queremos compartir, de si viste la foto que te mandé de aquél o del otro. De la zona, del garage...Hablamos de todo, eso es lo bueno de quererte; que puedo contarte todo, que nunca me canso de explicarte las cosas, por muy cotidianas o alocadas que sean a veces. Eso es lo bueno de que nos entendamos. Lo bueno también es cogernos de la mano, besarnos y por supuesto abrazarnos. Esos abrazos que podría hacer durar toda una noche incluso. Luego me prometes que un día saldrás conmigo de fiesta. Hablamos sobre el futuro y el presente. Yo te hablo sobre lo bien que estoy a tu lado. Y es que a veces, esa suele ser la mejor parte del día. (y sé que la tuya también)

martes, 2 de octubre de 2012

Entrada con corazón

Lo que más tarda en recuperarse es el corazón. 
Antes que cualquier órgano. Cuando el corazón se apaga, ya no hay nada más que hacer. Es el motor que nos mueve. Que no, que mueve el mundo. Porque la mayoría de gente actúa sin corazón. Sin pensar en el daño que puede causar a terceros o quintos. 
Por eso, cuando te hieren, lo que más duele es el dolor de corazón. Aunque quieras sonreír y fingir y taparte con una venda los ojos. Da igual lo lejos que intentes irte, emigrar. El dolor seguirá estando ahí. Puedes distraerte, trabajando, yéndote de viaje, apuntándote a clases de salsa, a un club de lectura, ir al cine...da igual. Sólo conseguirás sentirte mejor durante un rato. 
(Hace un año que estamos así.)
Justo con tu movimiento de peón.
Cuando algo o alguien te toca justo en el corazón y te hace un agujero, todos los parches que tendrás que ponerle serán pocos en comparación con el dolor que sientes. Unos intentarán llamarlo de otra manera, otros te dirán que ya verás como todo mejora, como es cuestión de tiempo (como todo), que ya encontrarás la parte positiva. Si es que a veces, más vale callar y abrazar, antes que hablar para consolar.  Aunque tu cabeza lo haya olvidado, en ti, en tu parte más interna, en el recuerdo más efímero, volverás a ello.
Yo no sé que se siente. Ni siquiera he sentido una parte de este dolor. Pero simpatizo contigo. No porqué te lo deba. Sino porque lo siento. Porque TÚ eres fuerte y siempre estás ahí. Porque a pesar de las diferencias, de mi falta de sensibilidad a veces, de mi parecido desinterés, estoy contigo.