miércoles, 23 de marzo de 2011

Sé que si me voy, no vuelvo más.

París 2.3.11
¿Cómo lo has sabido? Quiero decir, ¿cómo se saben estas cosas?. Dices que te dan ganas de besarme cuando estamos cerca y que me quitarías la ropa despacio. Que me invitas a café o té cada vez que nos vemos. Da igual si son las seis como las diez. Pero no me acompañas a casa, pero ries cuando me equivoco al decir las cosas. Quieres invitarme a cenar y a pasear, luego. Tomamos una caña o una coca cola. Dices que te gustan mis ojos y que en esa foto que tengo en mi perfil de facebook salgo demasiado guapa. Y yo te digo: que eres el primero, que me lo dice. Y dices, que suerte tengo y sonríes. Que los demás no se atreven. Y no sé por qué. Luego me miras y dices en voz baja "debes estar tan guapa en pijama" y sabes que odio que hagas esto, porque en otro momento, cuando estemos los dos en la misma casa, en las mismas sábanas sabré que no soy lo que andas buscando realmente. Y entonces, todo será peor. Entonces llegará el incendio. Y tu querrás cada martes noche lo mismo y yo.......no sabré como parar esto. Porque tú lo sabes y yo lo sabía.

lunes, 14 de marzo de 2011


Dicen que todo está escrito. Y yo he escrito demasiado sobre amor. Sobre como la gente lo encuentra. Sobre las mil posibilidades que hay de encontrarlo. Sobre cómo debe doler perderlo. Sobre como duele que te digan, una y muchas veces, que no. Sobre como nos equivocamos. De como lo buscamos sin cesar. De lo que queremos y lo que quieren los otros. De lo complicado de la situación.
Tanto hablar de amor que ahora apenas duele.
Y yo , sigo aquí, sin encontrarlo.

jueves, 10 de marzo de 2011

Sácame a bailar.


Primeras partes aquí
Volví a verte. En sus calles. 
Me acordé tanto de ti porque a veces aún me acuerdo de nuestro verano y de nuestros días entre sábanas de hotel, blancas. 
El frío de la calle me dijo que estaba de vuelta y que me pertenecía ir a buscarte. Aunque no lo hice. No sé si el tiempo en ti, ha pasado factura. Pero des de nuestro primer día, otros han recorrido mi piel. 
No pensaba mucho en ti, cuando recorría las calles y me perdía entre olores y sensaciones, pero se que te vi al cruzar la esquina y al pasar por delante de la facultad de Derecho. Y se que eras tú, el que me miraba sin cesar, sin pestañear. Porque te había dicho, que todas las mañanas mis piernas me acompañaban a encontrarte. 
Siempre he tenido la costumbre de llevar el mapa en mi bolsillo izquierdo, sólo para que no se aplastara con los guantes, que ocupaban el otro lado del abrigo. Así que sin, siquiera pedirme permiso pusiste tu mano dentro y me indicaste justamente dónde tenía que ir si quería recordar cómo se viaja en París. Llevaste calor a mi sistema nervioso, de inmediato. Después de tantos meses de ausencia, reencontrarnos de forma imprevista y casi sin querer, es lo más bonito que puede ocurrirte en una ciudad como esa.
Me dijiste que tenías un regalo para mi. Y que sólo tenía que cerrar muy fuerte los ojos, para verlo. Sabías que teníamos que ganar el concurso del beso perfecto, así que lo ensayamos más de diez veces, en diferentes partes de la ciudad, de maneras diferentes. Así que el frío y el viento sólo nos hacían cosquillas. 
Eran las 3. No ganamos el concurso, pero descubrimos sensaciones nuevas envueltas entre el edredón.

Foto: París marzo '11