lunes, 10 de febrero de 2014

La forma en cómo nos perdimos

Embalse Es Grado'14
Seis años sin vernos. 
¡Y pensar que antes no podíamos pasar ni un día separados! y ahora hemos reconstruido nuestras vidas con personas ajenas. Jamás nos habíamos visto, o tal vez no nos recordábamos así. Así dispuestos a sernos extraños, a olvidar nuestros gestos, a olvidar nuestros defectos.
Nos han presentado como si jamás nos hubiéramos visto, ¡qué extrañeza!  Como si los años que vivimos juntos hubiesen desaparecido. Como si no hubieran contado. ¿Qué saben los demás de nosotros?
Seguro que ella no se ha fijado de qué color son tu ojos por la mañana, ni del porqué de tu ritual del café, ni en como te quitabas las zapatillas al salir de la cama para no hacer ruido. No saben que se te hace un nudo en la garganta por los nervios de hablar en público, ni las horas que dedicas a aprender nuevas técnicas de trabajo. No saben las noches sin dormir que hemos compartido, ni el olor a menta de tu jabón preferido. Ni que te gustaba escuchar a artistas latinos mientras viajábamos en coche. Seguro que no conocen todas las historias que hemos vivido, ni las veces que me reído contigo, ni cuando nos inventábamos idiomas para parecer más cultos. Apuesto a que ella no sabe tocarse el codo con la lengua.

Entonces, en medio de la calle, sin ningún motivo aparente, sin que parezca que verdaderamente nos conocemos de algún sitio, quizá de algún pub o de habernos visto en alguna tienda del Raval, te tocas el codo con la lengua, ¡me has leído el pensamiento! Nos miramos, y explotamos de risa. Nos preguntan que qué pasa. Que de qué nos reímos. Pero eso no puede explicarse. No pueden conocernos del todo. Eso es lo que dijiste tú una vez. Qué nadie podría conocerme como tú lo hacías. 
Cinco minutos después se despiden. Nos despedimos. 
Es como si no nos hubiésemos encontrado nunca. 
Me giro.