martes, 24 de abril de 2012

Autocrítica.

Albufera. Valencia
Hablar de lo que nos gustaría suele ser más fácil. 
Yo puedo pasarme horas y horas hablando sobre algo que me encantaría que pasase. Sobre aquel sueño que tuve un día o sobre aquello que leí en un libro o periódico. A veces, nos acostumbramos a pedir demasiado y no nos damos cuenta que lo más importante es que estemos aquí y ahora. Yo creo que lo hacemos porque siempre nos ha funcionado bien eso de pedir. Y cuando me refiero a pedir no quiero decir de un modo autoritario, si no más bien de un modo delicado para que no suene tanto a súplica. Y además nos olvidamos de que las cosas si no se quieren hacer por mucho que nos lo pidan no saldrán bien. ¿Qué efecto tiene pedir algo? Si lo más importante es cuando sale de dentro porque sí. Es cuando te dan una sopresa. Algo que no esperabas. Aquello es realmente lo mejor de toda relación. De todo tipo de relación. 
Hablar de lo que nos gusta ahora y de lo que tenemos ahora, es como que parece que no llama la atención. Porque es fácil. Y si toda tu relación se basa en algo complicado, o toda tu vida lo ha sido, parece como que ahora los detalles no puedan ser fáciles y normales. No se por qué, si lo normal a veces, puede ser extraordinario. A veces, creo, que las redes sociales nos han hecho un poco de daño con esto, porque si no viésemos lo que les pasa a nuestros amigos, o lo que les regalan su pareja o familia, a veces, no seríamos tan exigentes con los que nos rodean. Y seguro, que seríamos un poco más felices. Yo por lo menos, creo que sí. 
Ya sabes, que a veces me vuelvo un poco exigente, un poco pesada con esto. Pero prefiero que me quieras porque sí. Prefiero quererte sin más.  Que ya que decidimos ser dos suicidas valientes, quiero hacerlo bien. 

sábado, 14 de abril de 2012

Hoy todo me habla con tu nombre


Bèziers'12
Ahí estabas tú. Con tus ojos verde primavera y toda la noche por delante. 
Todos los días siguientes. Tus manos abrazando mi cintura y el contacto con nuestros dedos deslizándose por nuestras caras. 
Ahí estabas tú, con tus ganas de quererme y las mías de no dejarte ir. Con nuestros días de verano consumidos entre sábanas y mensajes de móvil. Con nosotros queriéndonos los días que cenábamos, los días  que era inevitable separarnos. Los días que no queríamos alejarnos. Cuando te buscaba incansablemente en las miradas de los demás, en los abrazos perdidos. 
En las cartas que me escribías, en las despedidas que acontecían. En tu extraña manera de decirme que me querías.  En mi queriendo descubrir otras bocas, otros sueños, otras sutiles estaciones.
Y ahora estás aquí. 
Encontrados en octubre. Moviéndonos a cámara lenta, guardándonos en la retina y en el corazón. Regalándote el último suspiro de mi voz cada vez que no te tengo cerca, el suave aroma de un grito en plena madrugada. Sin querer renunciar, queriendo ser únicos entre nosotros. Descubriéndonos en otras ciudades, planeando escapadas en coche. Copilotos de emociones. Aceptar que somos diferentes pero valientes. Recordar que lo importante es que queremos estar aquí. Atrevernos a nadar en este mar de civilización, de hormigón. Y entonces hacer luz. 

Jo hi sóc perquè tu vols ser-hi
i res no serà senzill
però tot el camí que esperi 
tindrà un nom i un sentit.
LLUÍS LLACH

lunes, 2 de abril de 2012

De momento abril

Tarragona
A veces no se necesita nada más para respirar. 
A veces, con irte sólo a menos de 100km al sur, basta. 
Yo siempre te he escuchado como el mar de fondo. Tú para mí siempre has sido agua. Olas que vienen y van.  Sólo hay que dejarse llevar. Siempre te he deseado cómo el aire, como la brisa marina que azota las rocas. Cómo el niño que come un helado y huele a tranquilidad e inocencia. Cómo las rayas de un parasol o los topos de aquel bañador que tenías con cuatro años. De la forma en que tu pelo hacía ondas y tus pies se mojaban al andar junto a la orilla. Cómo te ponías aquellas gafas de pasta que creía ridículas y me echabas una sonrisa, que no te costaba nada y me encantaba. La forma en cómo me contabas historias sobre marines y piratas y te tapabas un ojo con la cinta roja del pelo. De cuando contábamos trenes que se iban de la estación y de las chicas solitarias que flirteaban con los desconocidos. De cuando decías que juntos íbamos a ser indestructibles. De cómo lo subrayaba en mi diario y luego te lo leía. 
Siempre he deseado tocarte, sentirte, verte, ser ese beso que no se pide, y cuando he estado a tu lado, me he sentido más libre que nunca.