miércoles, 20 de febrero de 2013

"Oymyakon". Borracha de vivir, autopista a ningún lugar.

Escribo un diario a través de las pupilas. De alto voltaje. 
Todo lo que se cuela en mi mente es gracias a ellas. Sabes cuando empezar, pero no cuando parará. 
Suelen contarme cosas de los demás, de vidas que no conozco, ajenas, que se cruzan en mi camino; otras veces, me abraza y me guía hacia mi destino. Casualmente, le da por trabajar al atardecer justo antes de cerrar los ojos y dejarme llevar hacia otro universo de pequeñas cosas. No sé cómo lo hace pero siempre se deja escuchar, no importa cuan lejos estés, siempre sabe el momento oportuno para llegar a ti. 
Se transforma en palabras cuando tiene ganas de plasmar el arte en papel. Le gusta borrar y volver a empezar (Erase-Restart). 
Verás, no cambio por casi nada un momento de poesía visual. Yo sentada delante de la ventana de mi habitación, que sólo quiere ser testigo de los sueños que se escriban mañana,  mientras sean parpadeando; ver el viejo pino balancearse al compás del viento suave, las persianas de los vecinos descendiendo silenciosamente, la ropa tendida y un niño pasando con su triciclo mientras su hermano ayuda a su madre; el vecino del quinto fumando de escondidas y tú...tú en pantalón corto y la nariz roja a punto de entrar en casa. 

Son las seis y es de día. Ya huelo a primavera, pronto podremos fotografiar a las golondrinas que vuelan para quedarse, a las cigüeñas durmiendo en las antenas del edificio, nosotros siendo como Oniria e Insomnia andando por los cables. El gris se evaporará y la cocina volverá a oler a tarta de la abuela. 

miércoles, 13 de febrero de 2013

Dulce disposición


Diviso un suave destello en tus ojos verde océano. Una luz que me muestra el camino a tientas. De tus pestañas silenciosamente pobladas aparece de pronto la oscuridad, cuando cierras los ojos. Dos, tres gotas de purpurina que se han colado en tu entrecejo. Tus mofletes se han pintado de rosa chicle y un dulce gesto se ha dibujado en ellos, una sonrisa parece. Un guiño de inconformismo tal vez. Entonces tus manos se pasean por tu cara y disimuladamente barres el sudor que estaba a punto de caer entre tus párpados. Me miras con gracia y soltura y tu boca empieza a articular sonidos que se convertirán en palabras. Al principio, balbuceas algo que no puedo entender, me pides que me acerque sigilosamente a  tus orejas pequeñas, redondas; exhalas un suspiro, como si fuera el último aliento del día, como si estuvieses enormemente cansado, después de llevar todo el día trabajando. Cuando estoy a un milímetro de rozar mi lengua con tu oreja, coges mi mano y la acercas a tu pecho y yo noto el perfecto latido de un corazón a pleno rendimiento, de un corazón que no se ve por fuera pero avanza deprisa, inter conectando todo  un complejo sistema de venas y arterias que nos invita a vivir;  te toco y una espiral de sensaciones se conecta con mi cerebro que envía la orden de mirarte justo en el momento en que lo dices todo.