martes, 12 de julio de 2011

Hasta donde nos lleve tu aliento...

Nos escapamos, los dos lo hicimos bien.
Y ahora estamos aquí, mirando al mar. Tú ¿nunca te has preguntado porque la tela de las tumbonas es azul? Yo un montón de veces. O ¿por qué hay palabras que se dicen de una forma y siempre las decimos mal? O ¿por qué cuando escuchas una canción que te gusta mucho y no la entiendes, te la inventas? Ahora llevo los cascos del móvil en las orejas y suena una de aquellas emisoras que no entiendo. Sé que estamos en otro lugar y aquí todo es diferente, incluso el olor de las calles y de los puertos. Tengo ganas de hacer una foto con tu móvil y enviársela a mi madre para que sepa que estoy bien, que esto es lo que siempre había soñado. Sólo que faltaba ese empujón de aire y arena para llevarme bien lejos y escaparme de mi soledad interior, de mis monstruos del invierno pasado. De la enfermedad del dolor. Debo confesar que aquella fiesta fue el reencuentro perfecto, porque antes de conocerte, antes de sacarme a bailar, de poner tu chaqueta en mi espalda o de susurrarme al oído nuestra canción, ya sabía que serías importante. No todos consiguen magnetizarme con su sonrisa y compartir días en el parque y regalar bailes. Y el jazz entre nuestros dedos y nuestro aliento colándose por nuestra ropa interior...Nuestros pies sumergidos en la arena y nuestro cuerpo lleno de crema solar, mis uñas de color rosa pastel y tu con el sombrero azul marino a conjunto con el oleaje. Y sobretodo, sonriendo. Aunque a veces, sólo lo hagamos en sueños.
Hoy hay espaguetis con tomate, queso y calabacín una buena receta de verano, mediterráneamente, como la cerveza-dices.