miércoles, 13 de febrero de 2013

Dulce disposición


Diviso un suave destello en tus ojos verde océano. Una luz que me muestra el camino a tientas. De tus pestañas silenciosamente pobladas aparece de pronto la oscuridad, cuando cierras los ojos. Dos, tres gotas de purpurina que se han colado en tu entrecejo. Tus mofletes se han pintado de rosa chicle y un dulce gesto se ha dibujado en ellos, una sonrisa parece. Un guiño de inconformismo tal vez. Entonces tus manos se pasean por tu cara y disimuladamente barres el sudor que estaba a punto de caer entre tus párpados. Me miras con gracia y soltura y tu boca empieza a articular sonidos que se convertirán en palabras. Al principio, balbuceas algo que no puedo entender, me pides que me acerque sigilosamente a  tus orejas pequeñas, redondas; exhalas un suspiro, como si fuera el último aliento del día, como si estuvieses enormemente cansado, después de llevar todo el día trabajando. Cuando estoy a un milímetro de rozar mi lengua con tu oreja, coges mi mano y la acercas a tu pecho y yo noto el perfecto latido de un corazón a pleno rendimiento, de un corazón que no se ve por fuera pero avanza deprisa, inter conectando todo  un complejo sistema de venas y arterias que nos invita a vivir;  te toco y una espiral de sensaciones se conecta con mi cerebro que envía la orden de mirarte justo en el momento en que lo dices todo. 

4 comentarios:

Noelia dijo...

Hay silencios que esconden tanto que cualquier palabra que pudieras articular se quedaría diminuta ante lo que este cuenta... Me encanto la entrada ;)

Isabel Motos dijo...

Decir sin articular palabra, y más que eso, saber escuchar sin necesidad de hablar... :)

X dijo...

Me ha encantado especialmente el final. :-)

atlantis2050.blogspot.com

bull dijo...

Esas endorfinas... De no pronunciar palabras y hablar con la dilatación de la pupila.
Existe un tunel que conecta de su pecho a ti... Y de tu escrito a mi.
Es genial.
Saludos.