viernes, 16 de noviembre de 2012

Nadie podrá oirte

Autora: Paula Bonet

Cuando era pequeña me encantaba jugar a imaginar. 
Pasaba tanto tiempo sola que no encontraba mayor placer que crear historias. No necesitaba a nadie que me dijera como dirigir el curso de las cosas, yo era mi propio director y yo era quien decidía como encajaba el todo en la nada. A medida que crecía, cambiaba la temática de las historias. Algunas desaparecían porque se quedaban pequeñas e infantiles y otras porque necesitaban mejorar en calidad y detalles. Nunca nadie me dijo que hacía lo incorrecto, por eso seguí persistiendo y mejorando. Los domingos solían ser aburridos y solitarios, era entonces cuando mi cabeza empezaba a funcionar. Tenía millones de ideas flotando por mis neuronas. A veces, me creía tanto lo que inventaba que necesitaba mentir para sentirme dentro del círculo. Cuando me convertí en adolescente y empecé a salir de casa, dejé de sentirme menos sola y por lo tanto mis historias pasaron a un segundo plano. No fue hasta que entré en la universidad y empecé a aburrirme de nuevo en algunas clases que retomé mi pasión por inventar. Entonces lo hacía en hojas de apuntes, en fotocopias usadas con el reverso en blanco, en servilletas de papel entre café y café, entre clase y clase. Mis amigas me animaban a continuar, decían que tenía talento. (Talento que palabra tan extraordinaria y extraña a la vez). Luego como había demasiado desorden en mi habitación, decidí crear un blog, decidí comprarme un ordenador personal y empezar a tramar historias. Como ya había entrado en la edad adulta, no había cosa que me preocupara más que el amor. Además coincidió con el boom de los libros románticos y pegajosos, de los libros pastel que tan ansiadamente devoraba en la soledad de mi habitación, en el sofá de casa o de viaje en tren. Y ahí entre fantasía y realidad es dónde me encontré. Al menos resulta más gratificante que quedarte en el plano real siempre. Si algo no te gusta como va, cierras los ojos y lo vuelves a intentar.

2 comentarios:

Isabel Motos dijo...

Creo que en muchas cosas de las que dices, cualquiera a quien le guste escribir se puede sentir identificado. Y, por supuesto, los márgenes de los apuntes son siempre un lugar idóneo para dar forma a las ideas...
Por cierto, me encanta la imagen que acompaña al texto.
:)

Unknown dijo...

si! me he leído el cuento, es taan bonito! y barcelona me encantó, es la primera vez que iba y tiene algo que engancha :-)
sueña siempre, sigue inventando palabras y mundos, que quizá un día cuando abras los ojos la realidad sea tal como en tu cuento.
un besito grande :*!