viernes, 8 de junio de 2012

Amelia

Istanbul
Ahí está ella. Revoloteando dulcemente por la cama. Girando de un lado a otro, desperezándose. El despertador que ha sonado a las siete y después cada diez minutos ininterrumpidamente hasta alcanzar y media. Una voz interior diciendo que abras los ojos y te levantes. Y en lugar de eso, te acercas más a ella y la abrazas; la acaricias, le das un beso de buenos días y de porque te apetece. Le sonríes, y le dices que es guapa y ella interiormente se sonroja. Que bien se está, ahí, a su lado, en la cama. Ella te responde que ojalá no tuvieses que irte, que ojalá fuese sábado otra vez, pero de esos sábados en los que estás en casa. O que ojalá volviese a ser ayer y aún tuvieseis que desnudaros en cuerpo y alma. Entonces, recuerdas lo que te dijo ayer, y sientes que la quieres más, el mismo "más" que ella a ti. Que estás haciendo la cena y sólo tienes ganas de sentirla cerca, de acariciarle el cuello, de darle besos lentos en la espalda, de navegar con la mano y la mirada, de descubrir sitios donde creíais que no había placer. De que tus manos mojadas se entrelacen en su cuerpo y nada pueda interrumpir ese momento. 
La ves ahí,  sentada frente al televisor, con esa blusa azul que transparenta, piensas. Con su pelo corto. Y tu deseo de hacerle el amor aumenta en ese mismo instante, en que vuelve a ser hoy y ella lleva tu camiseta naranja, y las líneas de su cuerpo se ven perfectamente dibujadas. 

2 comentarios:

SMSC dijo...

Me encanta. Me encanta como escribes en serio. Es una maravilla :)

desastreAnimal dijo...

Se me ha llenado el cuerpo de escalofríos... gracias por ello (: