martes, 28 de febrero de 2012

Todas las cosas bonitas que podemos ser

Cambrils. Verano.

A veces, recuerdo.
Te recuerdo cogiéndome de la mano y entrando de puntillas al mar, frío. Despacito, dando pequeños saltos y con piel de gallina incluída. En la arena, haciendo castillos de arena y pececillos y estrellas de mar. Untándome la piel de bronceador. Y aquel bañador naranja con una rana dibujada. Luego, tú poniendo la sombrilla y todos riéndonos. Tú diciendo que "esto no es lo mío" y la sombrilla al suelo. El helado de coco manchando mis labios y el sol derritiéndolo. Mamá estirada en la toalla y tu leyendo el periódico en la silla blanca. Las olas del mar y el sonido que las acompaña. Siempre he querido despertarme a media noche, abrir las ventanas y oler a sal. Siempre he deseado guardar un pedacito de mundo en un bote de cristal. Un pedacito de agua verde, marina. Quererte por las noches a la luz de la luna. 
Te acuerdas cuando cantábamos "la flaca" en el balcón de aquel apartamento en Peñíscola y daba vueltas sin parar con el vestido a rayas? Me encantaba aquel vestido y las zapatillas Victoria del mismo rojo cereza. Que recuerdos los de aquellos veranos. Todos éramos inocentes, felices. Sonreíamos en las fotos. Pintábamos paisajes y nos inventábamos canciones allá donde no había. Caminábamos y descubríamos. Hundíamos barcos de papel. No había prisas, ni llamadas perdidas. Sólo nosotros, y nos bastaba. 

3 comentarios:

Noelia dijo...

Que hermosura de texto ;) Es increíble como disfrutabamos de pequeño de un día playa, cuando todo era más que tumbarte en la tumbona y preocuparte de ponerte morena...

L. dijo...

"no había prisas, ni llamadas perdidas"
Me ha gustado mucho,
muá! :)

DoctorMente dijo...

Todo eso ha muerto en tu vida.