viernes, 27 de enero de 2012

El invierno más duro

Sólo sé, que un día paseando por la calle, con las luces de Navidad apagadas ya, con los niños corriendo y gritando, con los ojos semi tapados por los gorros de bolas, con las calles resbaladizas de la helada de la noche anterior o de la que se avecinaba, lo supe. Supe que había empezado a des-quererte. Supe que mi corazón no sentía nada por ti. Supe que el rinconcito que te otorgaba desde el primer día que te vi, desde el primer día que abrí los ojos y me sujetaste, se había hecho cada vez más pequeño. Supe que ahora ya no sería ayer, ni antes de ayer, ni el año pasado, ni hace diez, ni sería como el primer segundo que suspiré o que lloré y me abrazaste. O cómo aquella vez que no quería ir a la piscina con cuatro años y tú me escribiste una poesía sobre aquel primer día. O cómo los cuentos del zorro y el palomico que me contabas antes de dormirme. O cómo las canciones que cantábamos en el coche, o cuando me dormía en el asiento de atrás y me tapabas con una manta. Ni tan siquiera, cuando me reñías y siempre estabas corrigiéndome. Cuando decías que no servía para el inglés, ni para las matemáticas. Que no me esforzaba lo suficiente y que mi sistema de aprendizaje no era el correcto. 
Aquél día que lo supe, no me acordé de todo esto. Y ahora que me acuerdo, no puedo sentir más que soledad e indiferencia. Es como si no estuvieras pero estando. Ahora no tengo las armas para solucionar este embrollo psicológico en el que tú mismo has decidido estar. Y pienso, que ni tan siquiera me importa, o levemente, que estés en él. Igual el tiempo curará este desencanto emocional que me has provocado, y volveré a sonreírte y a preocuparme por ti. Volveré a querer quererte otra vez. 
En este ahora, lo sé. Sé que no puedo quererte (igual).

3 comentarios:

Noelia dijo...

Que bonito texto, me ha quedado sin palabra pronunciable posible... increíble

Anónimo dijo...

Suena triste, pero así pasa en ocasiones, así me pasó una vez

Saludos, que estés bien

:D

Óscar Sejas dijo...

Cuando el desencanto llega es imparable. Al menos durante un tiempo que hay que respetar para no acrecentar todavía más lo negativo.