martes, 21 de junio de 2011

Anecdotario 1


Cuando era pequeña y vivía en otra ciudad, todos los días iba al parque acompañada de mi muñeco favorito, Ignasi (no sé el porqué del nombre). Los dos nos balanceábamos en los columpios, los dos nos dábamos la mano, yo le daba besos y él me daba abrazos. Él se venía conmigo en el carrito y dormíamos juntos por las noches. Un día, vino Fede a verme. Y dejé a mi muñeco preferido sólo un minuto. Cuando giré la vista para comprobar que estaba ahí, se había esfumado. Fue la última vez que lo vi. Y sólo tengo una foto con él. No se, que niño pudo habérselo llevado. Olía a mi. A lo feliz que era con él. Ese día me enfadé un montón con Fede. Si él no hubiese aparecido allí con su sonrisa, Ignasi aún estaría encima de mi edredón. 
Recuerdo bien que Fede me dijo: eso pasa igual con las personas. Cuando estás feliz, a veces, sólo piensas en tu felicidad, pero se debe cuidar la de ambos. Debemos ser cuidadosos con lo que tenemos y no dejarlo escapar, vigilar. Es como una planta debes regarla día a día. Tener paciencia. Y aprender a que las cosas no siempre son como nosotros querríamos.
Supongo que todo esto lo entiendes bien cuando creces y maduras-dijo.


Menos de 3 días para los 23...
música aquí

2 comentarios:

Gabby dijo...

Dios que cosa tan dulce, y tal genial, y tan...tan... me encanto! xD
Un beso! =)

Ela dijo...

puede ser... pero crecer no significa dejar de soñar