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Valencia |
Un día de invierno del año pasado, no recuerdo cuando, empecé a escribir sobre una persona que había querido un montón (
aquí y
aquí). Alguien que siempre había estado a mi lado (para todo), que siempre estaba cuando le necesitaba, si necesitaba que me llevara a algún lado o si quería asistir a un concierto y no tenía acompañante. Mis sentimientos hacia él habían cambiado, no sabía explicarlos pero dije que había empezado a des-quererle. Pues bien, hoy después de un año, estoy empezando a recomponer los pedazos que me dejó. Estoy empezando a sentirme a gusto a su lado de nuevo, a que no me importe hablar con él de algunas cosas o a ir a su casa y que se sienta a gusto, que vea que puedo estar de nuevo ahí. Es un poco doloroso, porque por otra parte he empezado a mentir en casa, he empezado a ocultar algunas cosas, a contar las verdades envueltas en un caramelo agridulce pero no amargo. A veces, tengo que esconder cosas que me gustaría poder contar alegremente, sobretodo si yo misma me lo creo y lo siento.
Quisiera que llegara un día que no me avergonzara decir todo lo que siento. Que no me sintiese mal por explicar las cosas, que no tuviera que justificarme o justificarle. Que no provocase gritos o malas caras. Ni comentarios a todas horas por algo que he hecho o que ha hecho porque si. Entiendo, que quizás es pronto para perdonar, jamás olvidaremos, pero debemos ser capaces de intentar pasar página, porque al fin y al cabo, la situación nunca volverá a ser como antes. Sólo conseguiremos que sea lo más llevadera posible. Así que sí, ahora es el momento de mirar para adelante, al menos intentémoslo. Yo prometo hacerlo.